diciembre 30, 2003
I. De tarea.
Amarra un conejo a la base de un pequeño árbol, báñalo en gasolina, enciéndelo. Al día siguiente tendrás un esqueleto achicharrado y un tronco de carbón vegetal, con olores detestables pero no más fuertes que el de tu propio esófago. Un mes después, el conejo será una pesadilla viscosa y, con la primer lluvia, el árbol recordará su identidad. El fuego consumió el tronco, pero no la vida que emana del subsuelo. El árbol murió, pero en su raíz habita el instructivo de la vida eterna.
¿Has pensado en ello? Hace millones de años el reino vegetal halló el secreto. Es cierto que los arbustos no viven para siempre, y que lo digan los rumiantes, pero en su inmovilidad transmiten los ingredientes de la continuidad, desde el más viejo de sus muñones subterráneos hasta la más nueva de sus hojas. El principio es tan simple como determinante: mantente conectado (mantente On-Line) y vivirás.
II. Propuesta al pie.
Ahora imagina que has adquirido el secreto de los vegetales. Es decir, que has leído atentamente los últimos párrafos y has tenido la lucidez y astucia suficientes para meter en tu piel las instrucciones del vegetal más cercano. La flor de árnica, por hablar de cualquier plaga.
Van a fusilarte. En lugar de quejarte o rezar, que tanto desagrada a los verdugos, cavas rápidamente y entierras el pie. Viene la ráfaga... El pelotón deja tu cuerpo agujerado y se retira a brindar, como hace todo pelotón que se precie. Con la primer lluvia volverás a la vida. Querrás ir loco de contento a casa de mamá, pero no será posible. En esta nueva vida no hay movilidad así que vas ganándole cariño a la tierra y a la luz de sol. Todo tiene su precio.
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Comentarios a:
mr_phuy@mail.com
Amarra un conejo a la base de un pequeño árbol, báñalo en gasolina, enciéndelo. Al día siguiente tendrás un esqueleto achicharrado y un tronco de carbón vegetal, con olores detestables pero no más fuertes que el de tu propio esófago. Un mes después, el conejo será una pesadilla viscosa y, con la primer lluvia, el árbol recordará su identidad. El fuego consumió el tronco, pero no la vida que emana del subsuelo. El árbol murió, pero en su raíz habita el instructivo de la vida eterna.
¿Has pensado en ello? Hace millones de años el reino vegetal halló el secreto. Es cierto que los arbustos no viven para siempre, y que lo digan los rumiantes, pero en su inmovilidad transmiten los ingredientes de la continuidad, desde el más viejo de sus muñones subterráneos hasta la más nueva de sus hojas. El principio es tan simple como determinante: mantente conectado (mantente On-Line) y vivirás.
II. Propuesta al pie.
Ahora imagina que has adquirido el secreto de los vegetales. Es decir, que has leído atentamente los últimos párrafos y has tenido la lucidez y astucia suficientes para meter en tu piel las instrucciones del vegetal más cercano. La flor de árnica, por hablar de cualquier plaga.
Van a fusilarte. En lugar de quejarte o rezar, que tanto desagrada a los verdugos, cavas rápidamente y entierras el pie. Viene la ráfaga... El pelotón deja tu cuerpo agujerado y se retira a brindar, como hace todo pelotón que se precie. Con la primer lluvia volverás a la vida. Querrás ir loco de contento a casa de mamá, pero no será posible. En esta nueva vida no hay movilidad así que vas ganándole cariño a la tierra y a la luz de sol. Todo tiene su precio.
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